La Bahía de San Antonio es un área protegida marino costera, ubicada en el extremo noroeste del Golfo de San Matías, en la Patagonia Norte.
Suaves pendientes y una gran amplitud de mareas caracterizan a estas cosas. Dos veces al día una extensa superficie intermareal queda expuesta al sol durante la bajamar, adquiriendo una temperatura que luego transmite al agua que la cubre durante la pleamar. La calidez de las aguas de la Bahía es el atributo resultante.
La extensión de la superficie intermareal la convierte además en un hábitat ideal para las aves playeras. La riqueza y diversidad de áreas de alimentación y descanso hacen de San Antonio una parada clave para las aves playeras migratorias. El playero rojizo, Calidris canutus rufa, que migra cada año entre la Tierra del Fuego y el Ártico canadiense, arriba a las costas de la Bahía en primavera y en otoño, para descansar, alimentarse y recuperar fuerzas después de un vuelo ininterrumpido de miles de kilómetros. Pero muchas otras especies de aves playeras, tanto migratorias como residentes, utilizan estas costas. El chorlito de doble collar, Charadrius falklandicus y el ostrero pardo, Haematopus palliatus, nidifican en el área.
La ballena franca austral visita estas aguas en número creciente durante el invierno y la primavera, mientras que es frecuente ver, a lo largo de todo el año, diferentes especies de delfines. La población más estable e importante del país del delfín nariz de botella se encuentra en el área protegida, mientras que, en Punta Villarino, un asentamiento de lobos marinos de un pelo alberga unos 100 individuos.
El Golfo San Matías abriga en su litoral un sistema de cinco Áreas Marinas Protegidas. Bahía de San Antonio, Punta Bermeja, Caleta de los Loros, Islote Lobos y Puerto Lobos. Las especies más emblemáticas de éstas áreas suelen avistarse en distintos momentos del año, siendo capturados estos instantes por fotógrafos, investigadores y visitantes.
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